Sección 6. La permanente omnipresencia de la interacción

Es imposible cerrar el posible interés que los agentes tengan en generar nuevas interacciones (nuevos eventos en que se ven influenciados por otro actor)

Las secciones anteriores (1 a 5) componen la primera parte de este texto: entregan los elementos a partir de los cuales se elaborarán los mecanismos que serán trabajados después. Con esta sección iniciamos la segunda parte del texto: una dedicada a los procesos de interacción. Para entender los argumentos es necesario partir de la siguiente distinción. Con interacción nos referiremos a un evento, al momento en que ocurre en que los participantes en ella se orientan por la acción de los otros actores en ese momento. La interacción no es, entonces, algo permanente. Con interacción no nos referimos a que A y B sean amigos, sino a que A y B están en tal momento conversando (o bailando o ayudándose o cualquiera otra actividad). Usaremos relación cuando hablemos de algo más permanente: cuando se den interacciones repetidas entre los mismos actores; y relación plena será cuando cuando los actores desarrollen expectativas a partir de esa interacción repetida: que supongan que ella se mantiene. Para usar el mismo ejemplo anterior: Interacción entre A y B es una conversación, relación es que A y B conversen regularmente, relación plena cuando tanto A como B pueden suponer que seguirán conversando (y, por lo tanto, puedan desarrollar planes y exigencias al respecto, ‘nos reuniremos tal día’, ‘¿no nos íbamos a reunir?’).

La primera afirmación que nos interesa analizar es sobre las interacciones (nuevamente: no sobre relaciones): los agentes no pueden evitar tener continuamente un interés por generar nuevas interacciones. Y como ello es un interés universal para todos los agentes, el resultado de ello es que efectivamente son actores que están continuamente interaccionando.

Este resultado es uno que debe alcanzar toda teoría sobre el mundo social, puesto que precisamente uno de sus hechos más básicos es que los agentes que lo componen están de manera continua involucrados en interacciones entre ellos. Es por eso que tiene sentido una ciencia de la vida social. Ahora, a pesar de lo omnipresente de este hecho en varias aproximaciones teóricas no se lo explica. En muchas simplemente se da por descontado que ello existe, y sabiendo que nadie puede negar que ello existe y siendo un hecho básico de la vida social, es una apuesta que puede resultar insatisfactoria como explicación, pero es al menos válida. Sucede, sin embargo, que en algunas aproximaciones esta circunstancia no sólo no es explicada sino que además aparece como algo incomprensible. Si se parte de una aproximación que piensa la interacción sólo como intercambio, entonces resulta posible una situación en que los agentes han realizado todos los intercambios posibles y no hay motivo para continuar interactuando. Ello se puede evitar, claro está, si se traen consideraciones exógenas al modelo (premisas sobre el carácter de aquello que se intercambia por ejemplo). Si ello es suficiente para dar cuenta de este hecho basal es algo a discutir.

En cualquier caso, bajo la argumentación que estamos desarrollando aquí es un resultado natural. Recordemos las siguientes afirmaciones básicas que han sido elaboradas en las secciones previas. La primera es que una consecuencia de tener capacidades universales limitadas es que son actores que generan novedad -desde su punto de vista- en el mundo. La segunda es que un actor siempre está interesado en aprender (en combinar de forma estable distinciones). Entonces, tenemos individuos que siempre busca aprender y que al mismo tiempo siempre generan novedad -o sea, nuevas oportunidades de aprendizaje

Entonces, desde el punto de vista A sucede que un actor B siempre puede generar algo nuevo: un nuevo aprendizaje o un nuevo tipo de acción. Un actor A siempre puede aprender algo de un actor B, tiene sentido observarlo (y eso ya es una interacción mínima). Dado que el actor A es limitado en sus capacidades, no puede entonces ´cerrar´ el proceso de aprendizaje, y se mantiene esa posibilidad de aprender de B, y por lo tanto el interés de aprender de éste.

Recordemos que estamos trabajando con una probabilidad. No implica que el actor A deba mantener un interés por aprender por B y mantener una relación con B. Pero sucede que siempre está disponible la posibilidad de aprender de éste. Ahora, como esto aplica a todos los otros posibles actores esta probabilidad es mayor si se piensa en ese conjunto. Y además, al entrar en interacción con cualquiera de ellos, sucede que en la propia interacción como cada quién puede generar nuevas alternativas (‘nuevas ideas’, nuevas propuestas de acción) ese interés se acrecienta -porque en la dinámica en que cada uno genera acciones que no puede prever.

La anterior consideración es desde la dinámica de aprendizaje, sin embargo ello no agota el interés por interactuar. Recordemos que el aprendizaje son distinciones, y que las distinciones son acciones. La interacción genera una mayor potencialidad de acción, se pueden hacer más cosas.

En este sentido, es imposible que se cierre el interés por interactuar. Siempre puede haber interés en continuar la interacción con otras personas. Pensar la interacción sólo desde el punto de vista del intercambio limita la observación de la potencia de la vida social. Pero sólo cuando se observa dicha potencia es que puede comprender que es la vida social.

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