Las capacidades de los agentes sociales son limitadas en su productividad e ilimitadas -universales- en su aplicabilidad; y por lo tanto los actores buscan simplificar el mundo en el cual actúan
Esta sección establece una condición más que afirmar algo sobre la realidad. Determinar el ámbito de la realidad al cual aplican las afirmaciones que se desarrollan en este texto. Esta sección podría haber sido, entonces, la sección inicial de toda la argumentación. Sin embargo, no se ha optó por ello porque las razones por las cuales se construyó la condición de esta forma quedan más claras después de las discusiones previas.
La operación básica es distinguir, y distinguir y actuar son lo mismo (sección 1). En relación con ello también hemos marcado que pueden interactuar y comunicar, y que ambas capacidades están entremezcladas, de forma que cuando una ocurre la otra también (sección 2). También hemos planteado que los agentes que analizamos tienen capacidades de aprendizaje y de preferir, y que la capacidad de aprender es anterior a la de preferir (sección 3).
Sobre todas estas capacidades lo que diremos es que los agentes sobre los cuales trata la ciencia social que las tienen de forma limitada. En particular, que pueden procesar estas capacidades hasta un cierto límite. Pueden aprender, pero no pueden aprender ‘todo’ o ‘ahora’. Pueden tener preferencias, pero no las tendrán en el modo perfectamente coherente que ciertas teorías lo mantienen, porque no tienen la capacidad de poder ordenar todos los casos del mundo. Pueden comunicar, pero no podrán observar todo lo que ocurre en las comunicaciones; y en la interacción siempre existirán elementos que se les escapa. En cada una de estas capacidades, ocurre que el mundo y la realidad son más complejos de lo que pueden tratar. La discusión sobre los seres finitos y su relación con la capacidad de distinción (sección 1) muestra entonces su pertinencia: la ciencia social trata, en efecto, con seres finitos.
Sin embargo, enfatizar la finitud y los límites en las capacidades de los sujetos no da cuenta de todas las características cruciales. Los actores que analizamos en las ciencias sociales tienen otra condición crucial sobre sus capacidades: las pueden aplicar universalmente, sobre cualquier objeto (sobre cualquier distinción). Pueden aprender sobre cualquier cosa, comunicar en torno a todo tema, preferir sobre cualquier elemento.
Esta aplicabilidad universal de las capacidades ha de entenderse cabalmente. Esto implica, entonces, que esas capacidades pueden aplicarse a ellas mismas y en general a cualquier otra capacidad. Se puede aprender a aprender, o tener preferencias sobre las preferencias (‘me gusta X, pero en realidad me gustaría ser el tipo de personas a quien no le gusta X’) y así sucesivamente. Pero además se aplican entre sí: puedo aprender sobre las preferencias, puedo comunicar sobre mis aprendizajes sobre las preferencias y así recursivamente en cualquier combinación (y en todos los niveles pensables, segundo, tercer o superior orden en la combinación). Todas las paradojas y las capacidades de la auto-referencia son posibles para estos actores.
Si se quiere, la posibilidad de indicar sobre sí mismo y generar auto-referencia, o que el lenguaje puede referirse a todo, se ha dicho como una característica peculiar del lenguaje: Entonces a través del lenguaje se pueden generar nuevas palabras (‘definamos X como…’) o puedo usarlo para comunicar sobre lo que no existe (como afirmación ‘no es el caso que X’, como posibilidad ‘si pasara X’ o incluso para comunicar deliberadamente lo que no existe -una mentira). Ahora bien, eso es una consecuencia de algo que podemos afirmar sobre todas las capacidades de los sujetos: Que se puede aplicar sin límite.
Es relevante afirmar ambas cosas porque en la tradición del pensamiento social esto se ha olvidado. Incluso en algunas tradiciones se ha invertido el tema de la limitación y se ha tratado a los actores como ilimitados en su procesamiento (sin límites a su capacidad de cálculo pro ejemplo), que es donde están limitados, pero no se les permite aplicar de manera universal sus capacidades (entonces sólo calcularán sobre ciertos elementos, no otros; aprenderán en las dimensiones que el modelo les permite aprender etc.). Cuando se ha recuperado el tema de las limitaciones del sujeto se lo ha hecho en la primera dimensión, pero se ha mantenido la limitación en la dimensión de aplicabilidad, donde ello no ocurre.
Es fácil comprender porque eso se ha hecho: Porque es analíticamente más sencillo limitar la aplicación. Para todos quienes están interesados en, por ejemplo, formalizar modelos una condición universal de aplicación es compleja, puesto que -como es bien sabido- ese es el terreno de las paradojas. Y ello está bien y es un camino que produce conocimiento, con tal que no olvidemos (y es necesario insistir en ello, puesto que se olvida efectivamente) que es un modelo que de forma necesaria elimina dinámicas que son relevantes en el mundo social real. Más adelante retomaremos que esas dificultades son, en la vida social, productivas y los actores operan con ellas.
La intención de limitar la complejidad que trae este rasgo de aplicabilidad universal no se limita a los analistas o investigadores. Es también un interés que tienen otros actores de la vida social. Y por el mismo motivo: dicha capacidad complejiza la vida social. Y para todo aquel que tiene un interés en el control de otros actores disminuir las posibilidades que entrega esta capacidad de aplicar sin limitaciones las capacidades es algo relevante. Luego, también intentarán desarrollar mecanismos que limiten a los actores, que los transformen en esos actores reducidos que suele analizar parte de la ciencia social. El estudio de estos procesos requiere incorporar nuevas dinámicas, requiere estudiar lo que sucede al incorporar los procesos de poder social. Lo que se hará en siguientes secciones.
Estas dobles condiciones tienen múltiples consecuencias (que se desarrollarán en las siguientes secciones). La principal e inmediata de ellas es que para actores caracterizados de este modo, es un requisito para poder operar en el mundo proceder a simplificarlo.
El mundo resulta altamente complejo (entre otras razones por lo mencionado en la sección 1: porque el número de posibles distinciones que se pueden hacer en él es indefinido). Esa complejidad sobrepasa la capacidad de procesamiento de los actores (esa es la relevancia de la condición mencionada al inicio. Para poder operar han de reducir esa complejidad a un nivel en el cual puedan operar. Para ello disponen de todas las capacidades que hemos mencionado, y en particular pueden usar para reducir complejidad precisamente el hecho que estas capacidades pueden aplicarse a cualquier objeto. Por ejemplo: del hecho que pueden tener preferencias sobre los modos de aprendizaje proceder a simplificar sus procesos de aprendizaje (porque hay opciones que no tomarán); pueden usar sus capacidades de interacción o comunicación para disminuir sus requerimientos de aprendizaje (no necesitan saber cómo se hace X si disponen de ese saber a través de la interacción).
En particular, puede enfatizarse el hecho que aprender es simplificar el mundo. Un mundo sin aprendizaje es un mundo en que cualquier cosa puede conectarse con cualquier otra cosa; pero cuando se aprende, cuando se asocian elementos, entonces -por otro lado- hay asociaciones prohibidas (o menos probables). Y entonces el mundo puede describirse con menos elementos, aprovechando esas asociaciones. El aumento del conocimiento (el aumento del número de asociaciones de las que se dispone) puede aparecer como aumento de complejidad, en el sentido que de un mundo ordenado pueden decirse más cosas como descripción estable. Siendo ello cierto, esconde el hecho que en un mundo sin orden puede describirse en general de forma sencilla (‘no hay orden’) una descripción concreta es precisamente altamente compleja y no puede reducirse. No saber nada, en ese sentido, es no tener patrón que permita basar alguna expectativa, y ese tener expectativas es la reducción de complejidad que requiere un actor. Por ello mismo, entonces se puede argüir que todo con estos rasgos tiene un interés intrínseco por aprender.
Otra consecuencia relevante es que actores con estas características han de poder operar en la ambigüedad, porque no pueden evitar construirla.
Los agentes intentarán simplificar el mundo; pero la complejidad del mundo no se ve afectada por ese esfuerzo de simplificación. Eso quiere decir que la relación entre las reglas simplificantes y el mundo nunca puede ser perfecta. Más aún, como las limitaciones aplican en todo momento, el esfuerzo para generar reglas que simplifiquen a su vez presentará limitaciones. No es tan sólo que múltiples elementos son tratados igualmente a pesar de sus diferencias (pasadas por alto por la regla, pero que no dejan de existir y que pueden ser relevantes), sino que las reglas pueden aplicarse con equívocos (porque al aplicarse simplificadamente no siempre se puede tener certeza que se apliquen correctamente siempre). Todo ello genera que el mundo simplificado, que es lo que permite que el actor opere, tenga límites porosos y poco claros. En otras palabras, la ambigüedad es imposible de evitar para un agente con las características que hemos analizado.
Esta omnipresencia de la ambigüedad implica otra verdad: Si los esfuerzos para operar en el mundo, si lo que se requiere para actuar en el mundo, genera ambigüedad para estos agentes; y bien sabemos que operan en el mundo; ello implica que son actores que pueden operar en la ambigüedad. No requieren claridad total ni plena determinación para poder tomar decisiones o hacer elecciones. Esto no quiere decir que la ambigüedad (‘esto es X o es Y’) no represente un problema para los agentes, sino más bien que es un problema con el cual pueden operar; es un problema con el cual sabemos que saben y tienen que operar.
Una tercera consecuencia es la siguiente: Desde su propia perspectiva, los actores crean novedad en el mundo. Dado que los actores tienen limitaciones en sus capacidades, eso quiere decir que no pueden prever completamente que resultará de sus acciones. Desde su propio punto de vista entonces pueden crear algo `nuevo’, algo inesperado. Si tomamos en cuenta lo plantado en la sección 1: Que el conjunto de alternativas está siempre abierto, puesto que siempre es posible que aparezca otra manera de distinguir elementos, lo anterior se refuerza. Esa posibilidad de crear una generar una manera de distinguir elementos que no estaba disponible previamente está siempre presente, y no puede ser prevista por el actor. Si ello representa entonces una capacidad creativa para el actor desde el punto de vista propio del actor, ello también ocurre para los otros actores: Que no pueden prever plenamente, porque sus capacidades son limitados, lo que pueda hacer otro actor.
Recordemos además que estamos hablando, esa es una de las condiciones del análisis, de actores que tienen las mismas capacidades. En principio, de un actor más complejo que otro es posible que el actor menos complejo no represente esa capacidad de creación -que todo lo que haga pueda ser previsto por el actor más complejo (puesto que tiene más capacidades para hacer distinciones y aprender de ellas que el actor menos complejo): todo lo que hace el actor menos complejo está, si se quiere, ‘al interior’ del mundo del más complejo. Un perro tiene menos capacidad de sorprendernos que otro ser humano.
En cierto sentido, toda la construcción posterior que haremos se basa en la verdad del aserto con el cual iniciamos la sección: Que los agentes que conforman la vida social se caracterizan por capacidades limitadas que pueden aplicar de forma irrestricta.